COGITIAR aborda la energía nuclear en la clausura de las Jornadas de Energía y Medio Ambiente
La última sesión del ciclo, seguida por casi un centenar de personas, contó como ponentes con Yolanda Moratilla (IIE), Javier Carroquino (Intergia), Franco Di Persio (CIRCE) y José Luis Val (Exide)
¿Nuclear sí? ¿Nuclear no? El debate estaba servido en la cuarta y última sesión de las Jornadas de Energía y Medio Ambiente del COGITIAR, que llevaba por título ‘Nucleares y renovables: necesidad de acumulación energética’. La calidad de los ponentes, y el compromiso que mostraron con la defensa de sus respectivos argumentos, contribuyó a poner un broche de oro a la XXII edición de este ciclo, ya consolidado en las agendas de los colegiados y que ha recibido el respaldo de medio millar de asistentes, de manera presencial y online, durante los cuatro jueves del mes de marzo.
El panel de expertos reunió a cuatro perfiles distintos y complementarios que, con sus argumentaciones, plantearon numerosas dudas entre el público. Rompió el hielo Yolanda Moratilla, presidenta del Comité de Energía y Recursos Naturales del Instituto de la Ingeniería de España (IIE) y profesora e investigadora de la cátedra Rafael Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas de Comillas-ICAI, quien apostó abiertamente por la energía nuclear “pero no en contraposición con las renovables, porque todas son necesarias”. En su opinión, se tendrá que dar marcha atrás al cierre total de las centrales nucleares previsto en España para 2035. “De lo contrario, hay que tirar del carbón y del gas, y ya estamos viendo los problemas que esto nos causa”, dijo en referencia a la guerra de Ucrania y la dependencia del gas ruso.
Moratilla afirmó que “no hay evidencia basada en la ciencia de que la nuclear cause más daño al ser humano o al medio ambiente que otras tecnologías de producción eléctricas incluidas en la taxonomía europea como actividades que contribuyen a la mitigación del cambio climático”. Entonces, ¿qué argumentos se emplean en su contra? La presidenta del IIE se encargó de rebatirlos uno por uno: “No emite CO2, por lo que no contribuye al cambio climático; si cerrásemos las nucleares nos quedaríamos sin inercia, por lo que aumentaría la probabilidad de sufrir apagones; demanda agua para su refrigeración, sí, pero una central de 1.000 megavatios requiere menos del 7,5% del caudal del río Manzanares; es cara, pero no más que la eólica y la solar; sufre retrasos y sobrecostes, pero eso sucede siempre con los primeros prototipos; necesita uranio para funcionar, una materia prima cuyo precio está subiendo, pero su ubicación está muy diversificada y solo se necesita una vez cada dos años, por lo que se podría hacer aprovisionamiento sin problema; se dan accidentes y muertes, pero Chernóbil fue provocado y en Fukushima no hubo fallecidos”. En resumen, según Moratilla, “la nuclear es el complemento perfecto de las renovables para luchar contra el cambio climático porque es segura, competitiva por la estabilidad de precios, los residuos están confinados y ocupan poco espacio y es la que menos CO2 emite en todo el ciclo de vida”.
Tanto sus argumentos como su receta de combinar un 70% de renovables con un 30% de nuclear encontró una oposición frontal en Javier Carroquino, director de Tecnología de Intergia Energía Sostenible, quien, con documentación, desmontó algunos “bulos” -como él los calificó- mencionados por Moratilla al señalar que “en España es muy improbable que se produzca un apagón, la nuclear sí emite CO2, no es completamente segura y sus residuos no están solucionados”. Asimismo, subrayó que actualmente hay tres centrales nucleares en construcción en Europa “y todas acumulan sobrecostes e importantes retrasos”. Por eso, se mostró partidario de “no cerrar las nucleares, pero tampoco invertir en ellas, y menos con dinero público” y afirmó que “la gran oportunidad de este país es seguir con el liderazgo de las energías renovables.
Encendido el debate, el especialista en almacenamiento de energía del Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (CIRCE) Franco Di Persio echó agua al fuego con una explicación objetiva de los ciclos de carga de las baterías según las distintas tecnologías – mecánica, termal, química, electroquímica y eléctrica-, con sus ventajas e inconvenientes. Así, sobre las baterías de iones de litio, “impulsadas por el sector de la movilidad”, señaló que reducen el coste muy rápido y mejoran el rendimiento, con un rápido despliegue y, por tanto, muy competitivas. En cuanto a las centrales hidráulicas de bombeo, en su opinión se trata de una tecnología “madura, pero es necesario desarrollar más innovación para optimizar costes y mitigar el impacto ambiental, si bien es óptima para el almacenamiento estacional a largo plazo”. Por último, respecto al hidrógeno, indicó que es “deseable” para el almacenamiento estacional a largo plazo, pero que requiere mayor innovación para reducir los costes del H2 verde (de renovables) “porque todavía no es competitivo con el procedente del combustible fósil” y para mejorar la eficiencia. “Todas las tecnologías son válidas, aunque tengan puntos débiles”, dijo Di Persio, antes de incidir en que el almacenamiento “es fundamental para asegurar la calidad y la fiabilidad del suministro eléctrico procedente de las renovables”.